En Antigua, Guatemala.

Por Andrea Saldaña Rivera

Antigua, Guatemala. ¿ Coincidencia o Diosidencia? Conocí a Jane asistiendo a la Conferencia Centroamericana en Guatemala. Ahi se dió la Declaración para una Maternidad  Segura,. Se llevó a cabo del 27 al 31 de enero de 1992. Varios países de América enviaron representantes de gobierno y de la sociedad civil. 

El objetivo se logró. Fue un importante paso para ampliar el compromiso, diversificar las estrategias y líneas de acción en el camino hacia una Maternidad Segura en la Región.

 

¿Coincidencias?

Mi relato se enfoca en la serie de «coincidencias» que viví estando en ese país. Jane era integrante de una de las agencias norteamericanas que asistieron al evento.  Estuvimos en varias presentaciones. Ella solo hablaba inglés, por lo tanto, tuve oportunidad de practicar mis conocimientos del idioma.

Jane me pidió acompañarla a un recorrido por Antigua, declarada patrimonio de la Humanidad desde 1979. El programa incluía visitar la Ermita de la Santa Cruz, el Convento de la Concepción tanto como el Hospital de San Pedro y otras construcciones de origen colonial y arquitectura renacentista. Consecuentemente no podía negarme ante tal oportunidad.

 

En Antigua, Guatemala. 

Llegamos a Antigua. Pudimos observar construcciones dañadas por el terremoto de 1976. Fue de tal magnitud que dejó más de 23 mil muertos, nos explicaba el guía. Empezamos a caminar cuando encontramos un letrero y unas fotografías de menores. Todos tenían características del síndrome de Down. Ella se interesó y me pidió que entráramos. Avisé al guía, me advirtió que estuviéramos en el autobús a la hora señalada para el regreso.

 

Entramos al lugar. Era una asociación civil. Había muchas fotos mostrando el trabajo que realizaban con estos niños/as. Nos enteramos de sus dificultades económicas. Incluso de las restricciones para alimentar a los niños que allí vivían. Tenían pelotas para jugar con ellos y unos pocos materiales didácticos que usaban las maestras, madres o familiares en la terapia de los niños.

 

¿Diosidencias?

 

Conocimos a la directora, las maestras, los niños y sus familiares. Estaban ensayando para un próximo festival. Eran más de 20 de 4 a 12 años. Jane luchaba por contener sus lágrimas. Estuvimos platicando con las maestras. Todas esperaban lograr que los niños/as pudieran valerse por sí mismos. Tenían un Coro, aún no muy bien afinado. Esperaban conseguir fondos para contratar a un maestro de música.

Jane parecía estar muy enterada de los ejercicios que podían favorecer el desarrollo de estos pequeños. Estuve traduciendo para las maestras las sugerencias que ella mencionaba. Se enfocaban a tratar de eliminar su tendencia a la gordura. También mencionó actividades que les ayudaran a fortalecer sus músculos y mejorar su sistema respiratorio. Hasta realizó para ellas demostraciones de actividades físicas.

 

Quetzales, Dólares…

Lastimosamente no contaban con bicicletas. Jane enfatizó la necesidad de adquirirlas y buscar otros elementos. Describió como improvisar juegos de mesa y un gimnasio. Mencionó la utilidad de los rompecabezas, juegos de memoria y libros para colorear. Insistió en que los instrumentos musicales les serían de gran utilidad.

Hicimos una relación de las más apremiantes necesidades. Jane sacó de su bolsa quetzales y dólares y los entregó a la directora. Ella, sorprendida, solo acertaba a agradecerle. Yo busqué en mi bolsa y por solidaridad entregué una parte de mi capital, que no era mucho. Jane me advirtió que no me preocupara, que ella estaría buscando fondos en su cuenta bancaria al siguiente día para reembolsarme. Finalmente, nos despedimos, ya solo nos quedaba tiempo para regresar al autobús que partiría para Guatemala.

¿Coincidencias o Diosidencias?

Al regreso, Jane me comentó: “la pobreza es la que impone límites a estos niños. Mi hija tiene síndrome de Down, pero es una niña que ha contado con todo lo necesario. Hoy asiste al sistema educativo regular. Está por terminar “High School”, practica gimnasia y toca piano.

«Ver esos niños me hizo pensar en cual habría sido su destino si hubiéramos vivido con estas limitaciones». Muchas personas no conocen ni el significado de la palabra «empatía», me quedó claro que podríamos tomar las palabras de Pema Chödron, una monja budista americana quien dijo «La verdadera compasión no consiste en desear ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros, sino en darnos cuenta de nuestro parentesco con todos los seres. 

Recuerdo a Jane como lo que es, una excelente profesional trabajando en el campo de la salud reproductiva. Una mujer sensible, una madre luchadora, una ciudadana con la solidaridad que nuestro mundo necesita. No recorrimos Antigua, pero la evoco en las fotografías y videos de ese bello lugar. Nuestro tiempo fue mejor aprovechado. Me dejó los matices necesarios para preguntarme si esta experiencia fue ¿Coincidencia o Diosidencia? Por ello incluí este relato en la publicación del mismo nombre.

 

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