Nos perdimos…

Por Andrea Saldaña Rivera

En mi pueblo, disfruté la costumbre de sentarme con mi madre, frente a la puerta de la casa. Especialmente lo hacía para verlo a él, aunque fuera de lejos. No logré averiguar cuando y quienes habían instalado  tal costumbre. Muchos pueblos en México se atribuyen el origen de esta práctica. https://yucatanancestral.com/costumbre-de-tomar-el-fresco/#:~:text=Hace%20a%C3%B1os%2C%20seguramente%20desde%20la,el%20mero%20pretexto%20del%20calor. También se asegura  que fue traída de España. Vaya usted a saber. Yo la disfruté en mi infancia y adolescencia, al lado de mi madre. Pienso que es una manera de mitigar el calor del verano.

 

Nos sentábamos cuando las sombras  refrescaban los últimos destellos del sol. Los domingos era especialmente atractivo. Nuestra casa quedaba frente al cine.  Me gustaba ver quienes habían asistido. El desfile de matrimonios, parejas, grupos de amigas, maestras/os y compañeros/as de la Secundaria eran los más asiduos. Pasar frente a nosotras era obligado, lo mismo que el saludo en un pueblo donde casi todos nos conocemos.

Amores de adolescencia

El tono era formal, alegre, a veces prolongado por las amigas de mi madre que se acercaban a platicar. Entonces yo colocaba más sillas para facilitar la improvisada tertulia. Especialmente disfrutaba la mirada y el saludo de mi compañeros de la Secundaria. Podría decir que «él» era mi amor platónico, mi pretendiente,  aunque mi madre solo lo aceptaba como mi «cargador de libros oficial» ya que nos veía por las tardes, cuando yo regresaba de la escuela, acompañada. Era entonces escuchar sus repetidas advertencias  y prometer lo que se acostumbraba en aquellos años.

Tarde en comprender la suspicaz mirada y los interrogatorios de mi madre sobre él y el tipo de relación que teníamos. Seguramente adivinaba lo importante que él era para mí. Recuerdo mi turbación y como me ruborizaba al contestarle fingiendo una indiferencia que estaba muy lejos de sentir. 

 

Tu eres espuma yo mar…

Mi pretendiente era más audaz en la escuela. Platicábamos  sobre la película, las clases, los apuntes, tareas, exámenes próximos, …en fin de tantas cosas. La poesía me  gustaba, él lo sabía. Por ello no me extrañó que un día me dijo, que deseaba leer el poema que había escrito para mí,  quedé gratamente sorprendida y lo escuché leer:

Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido/Y una mirada te pido, con temor, casi con miedo/Si porque ante ti me quedo extático de emoción/Piensas que mi corazón se va en mi pecho a romper./y que por siempre he de ser, esclavo de tu pasión/te equivocas, te equivocas, fresco y fragante capullo/Yo quebrantaré tu orgullo como el minero las rocas/ Si a la lucha me provocas dispuesto estoy a luchar/Tu eres espuma, yo mar, que en sus cóleras confía/Me haces llorar pero un día, yo también te haré llorar./Entonces cuando rendida/ofrezcas toda tu vida perdón pidiendo a mis pies/como mi cólera es, infinita en sus excesos/sabes lo que haré en esos momentos de indignación/arrancarte el corazón…para comérmelo a besos. https://ciudadseva.com/texto/si-porque-a-tus-plantas-ruedo/

 

Nos perdimos…

Me encantó el poema, aunque me sorprendió la pasión de  las frases. La emoción  humedeció mis ojos. Busqué disimular esa sensación. El dobló el papel y me lo entregó, lo guardé …como un tesoro.  Pocos meses después, por casualidad, encontré el poema. Me di cuenta que el autor del poema  «Si porque a tus plantas ruedo» era Julio Flórez Roa, colombiano. No sabía si reír o enojarme. Decidí  “reclamar” cariñosamente tal plagio. Él contestó que no era así, él lo había escrito para mi. Nunca dijo que fuera el autor. Yo había entendido mal. Jm, tendría que creerle. Ambos nos reímos. Bendito optimismo de la juventud.

El fue a estudiar a Coahuila, yo a  la ciudad capital  de San Luís Potosí. Nos perdimos muchos años. El re-encuentro fue breve, ambos nos quedamos “extáticos de emoción”. Vi cómo se humedecían sus ojos al contarle sobre mi matrimonio.  Siempre recuerdo como se humedecieron los míos, muchos años después, al enterarme de su muerte.

Andrea Saldaña Riverahttps://es.wikipedia.org/wiki/Andrea_Salda%C3%B1a 

 

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