Resumen
Un epígrafe de Albert Einstein a manera de saludo nos prepara para lo que encontraremos en el viaje que la autora, Andrea Saldaña Rivera, describe desde su yo subliminal. Son 22 relatos cortos en 87 páginas, escritos con una narrativa clara, con un tinte autobiográfico, salpicada de metáforas, el lenguaje es en ocasiones subversivo, pero siempre con la calidad literaria que la caracteriza. Con voz amena revela experiencias capaces de marcar una vida y nos mantiene prendidas al libro hasta el final.
Desfilan personajes diversos, desde el Papa Juan Pablo II, María Marcos Cedillo, una abuela y muchas otros, incluso subjetivos, como el azar genético, las enfermedades y riesgos para la salud. Hay escenarios de varios países en los que la reflexión es la principal herramienta, terrenos peligrosos y apacibles playas mexicanas, temas para el análisis donde la perspectiva de género aborda con equidad las inequidades de hombres y mujeres que buscan la Igualdad, ni más, ni menos.
El libro ¿COINCIDENCIAS O DIOSIDENCIAS?, tiene un epígrafe de Albert Einstein. A manera de saludo nos prepara para lo que encontraremos en el viaje que Andrea describe desde su yo subliminal, desde las coincidencias y diosidencias.
“Hay dos formas de ver la vida, una es creer que no existen milagros y la otra, es creer que todo es un milagro”
Albert Einstein.
Nos entrega un libro con 22 relatos cortos en 87 páginas, escritos con una narrativa clara, con un tinte autobiográfico, salpicada de metáforas, en ocasiones subversivo y con la calidad literaria que la caracteriza. Con voz amena nos revela experiencias que la han marcado y nos mantiene prendidas al libro hasta el final.
Para el escritor no hay otra que escribir, discutir, publicar, vivir con la música de las palabras en el alma y en el cerebro. Decía Edmundo Valadez que para elaborar un buen cuento hay dos formas “el que nos producirá un gran impacto, en nuestra imaginación y nos permitirá concebir lo inverosímil, lo imprevisto, y el otro que toca las emociones, nuestro corazón, el más completo es el que nos toca la imaginación y el corazón”. Es el caso de este libro.
Algunos temas.
Sobre María Marcos Cedillo (1910-1933), potosina pionera en la aviación y en las carreras de autos en los años 20. Plasma el contexto histórico y geográfico para profundizar en su actividad como piloto e Instructora de vuelo. Confronta las asimetrías de género que aún padecen las mujeres pilotos en el mundo, develando una de las brechas más amplias de falta de igualdad laboral a pesar de la temprana incorporación.
El azar genético es otro de los temas. Parafraseando a la escritora y filosofa Simone de Beauvoir dice “no se nace mujer se llega a serlo “. Acompaño sus reflexiones cuando asegura que había/hay hombres que quieren un primogénito varón, se mantiene la condena del imaginario machista. Las frases” no saber hacer hombres”, o la que se considera peor “solo saben hacer mujeres” eran/son el temor oculto o a flor de piel que guían las razones y sinrazones de diversas actitudes. Reconoce que las leyes, tardan, que se necesita algo más para modificar la cultura, “Igualdad” ni más ni menos.
Andrea nos sorprende con ese relato donde el celular lleva una llamada de auxilio que sin embargo… nunca se marcó. Correspondía a una señora cuyo esposo necesitaba con urgencia una atención que la protagonista proporcionó, gracias a esa misteriosa comunicación. Para ambas quedó sin respuesta la pregunta ¿Coincidencias o Diosidencias?
¿Será ignorancia que un recién casado humille a su esposa la noche de bodas, al saber de su periodo menstrual? podría calificarse como tal, pero además, Andrea nos deja algunas frases con elementos culturales que amplían las posibilidades de análisis.
En su libro conocí y me encantó la palabra… Kambalaya, significa “hice un pacto pacífico con el tiempo …ni el me persigue …ni yo huyo de él, pero algún día nos encontraremos” . Es una palabra del suajili que aprendió en Mombasa, Kenia, al igual que Andrea, encuentro poético ese amplio significado, lo mismo que las circunstancias que incluye en el relato.
La historia “Una golondrina no hace verano”, es sobre el acoso femenino y como éste se minimiza hasta ridiculizar al hombre que lo padece con masculinas frases lapidarias: “no seas marica” “la chica está guapísima”, entre otras. Recordé las palabras de justificación que usaba mi padre ante mi madre, “un hombre no puede faltar a ser hombre”. Se entendía que debería responder “como todo un hombre” al acoso femenino. Andrea cuenta las aventuras del protagonista hombre, rescatado por dos mujeres… del acoso de una tercera.
Veo a Andrea de pie, en la palestra de la Salud Pública cuando leo “Bástale a cada día su propio afán”. Ella se encuentra como gorrión cantando desde su rama preferida. Es el relato en el que invita a las mujeres a buscar de manera temprana, indicios de cáncer cérvico uterino y/o mamario. Recuerda aquella escena de la película El Padrino citando la frase “mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos”. Será que, pienso yo, “… entre mejor conozcas a tus enemigos, mejor podrás luchar contra ellos”.
“Hay tiempo para nacer y tiempo para morir, tiempo para plantar y tiempo para arrancar lo plantado” es la cita del Eclesiastés a la que Andrea recurre para hablarnos de la sobrevivencia de las/los profesionales de la salud. Ella lo refiere así: “sobrevivir depende de las condiciones sociales, la ctualización, el personal, de entender que lo más valioso es el autocuidado, las medidas preventivas, la detección temprana y la formación en género.” Hace énfasis en que la herencia se puede modificar por la química que genera el estilo de vida, incluso por ¿Coincidencias o Diosidencias?
Con sus palabras en el epílogo subversivo en donde relata la lucha de la mujer en todo el mundo recordé a Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura 2015 y su libro “La guerra no tiene rostro de mujer”. Reúne los relatos de mujeres que formaron parte del ejército soviético (rojo) durante la segunda guerra mundial. Un millón de mujeres sirvieron en las fuerzas armadas. Dominaban todas las especialidades militares, incluso en ese entonces surgió el dilema del uso de las palabras en femenino.
Contrasta la cita de Juan José González Tamayo Acosta, teólogo, quien con base en la reflexión de que en todo el mundo las religiones nunca se han llevado bien con las mujeres, menciona que “las mujeres siempre han sido las grandes perdedoras” sinceramente yo no creo que Dios quisiera eso para la mujer que le dio la vida, ella termina con la frase: “generalizar es siempre equivocarse” de Herman Keyserling, donde el sarcasmo es tan evidente, alude a las leyes con la esperanza de que impacten en la cultura, en la realidad y en la “Igualdad”, ni más ni menos finaliza reiterando tal premisa.