Andrea Saldaña Rivera
PINTA FUERA DE LA RAYA. SUSAN PICK
PINTA FUERA DE LA RAYA. Mi padre, Román Saldaña Martínez, dejó su trabajo en Estados Unidos para regresar antes del nacimiento de su primogénito. Sería hombre, de acuerdo a los deseos que el patriarcado formó en su imaginación. Debido a que sus genes opinaron diferente, fui mujer. Además de la incredulidad y los reclamos, orientados por el desconocimiento, llegó para él la aceptación.¿ Ayudaría el nombre de su madre? Así me registró, parece que a pesar de la negativa de mi mamá. Probablemente fue la razón para que ella solo usara cariñosos apodos para mí.
Inicialmente para mi madre las razones fueron la aprobación marital. Al ponerme pantalones, desobedecía las consignas sociales. Luego, fui yo quien decidió. Me di cuenta que la aprobación de otros no me interesaba. El sacerdote exigió que usara vestido en la iglesia. Me opuse tajantemente. Luego, cansado de los “y porque “ y los “a que no” el buen clérigo permitió los pantalones.
Mi gusto por los juguetes “de niños” ayudaron a que siguiera “Pintando fuera de la raya.” Prefería las canicas, los carritos, las pistolas, el yoyo, el balero, el trompo, vaya que mi madre insistía en comprar muñecas y “trastecitos”. Permanecían arrumbados casi siempre. Una bicicleta vino a colmar mis aspiraciones. Manejándola ayudaba a mi madre y le daba gusto a mi padre. Porque él disfrutaba verme pasar frente a su negocio. En ocasiones, me detenía a practicar carambola y pool bajo su dirección. Fue un buen entrenamiento, tal vez desde entonces me preparó para saber cómo tomar mis propias decisiones.
PINTA FUERA DE LA RAYA
Finalmente, al igual que Marcel Proust con su libro “En busca del tiempo perdido”, me ha llevado a disfrutar recuerdos de la infancia, la adolescencia y una vida plagada en desobediencia, misma que hoy, gracias a Susan Pick, se fortalece y nos recuerda que apropiarnos de la libertad, de nuestra vida, es un derecho, que nunca ha necesitado permiso, mucho menos…una ciega obediencia.