Nomás pa’suspirar mejor…

Por Andrea Saldaña Rivera

Nomás pa’ suspirar mejor…

Hay quienes crecen pensando en cobrarse el olvido, como si” juera cierto” que con el recuerdo habría sobrado. No todo tiene que ver con el olvido. A veces se culpa hasta a la canícula, ese calor que tanto arrecia. Hasta uno empieza a pensar más seguido y con más temor en el infierno. Claro que esto se “rumia” nomás pa’ los adentros.

 

Nomás pa’ suspirar mejor…

La plática entonces, se da en retazos. Preocupa pensar que luego de cada palabra nos llegará el ahogo. Entonces se queda uno callado. Se guardan las palabras para mejor ocasión. De todos modos, el bochorno del aire se le mete por los ojos, la nariz y la boca de tan caliente que se pone. Es entonces cuando se antoja soltar algún suspiro. Al menos yo. Nomás pa’ suspirar mejor, nomás pa´ eso, es que agarro más aire, no “li aunque” esté caliente. Es entonces cuando más me recuerdo a mi padre.

 

el hambre es bien canija…

Nos dejó la imagen de sus ojos, llorosos, colorados y casi reventados. El trabajo en la milpa del patrón lo agotaba. Por eso se decidió a irse de “mojado”. Yo me imagino que usó hasta sus lágrimas para empezar a borrar nuestros nombres. Porque ni una carta nos mandó, mucho menos el dinero que había prometido. Al menos pa’ comer, porque el hambre es bien canija, sale no sabe uno de dónde pa’ meterse en los intestinos.

 

traía los olores de otras cocinas.

Al hambre le gusta “jodernos” la panza a toda hora. Agua y frijoles con algunas tortillas no es suficiente. Luego de comer empezamos con los ruidos, como que las tripas protestan por tan poco alimento. Lo peor es que además de escucharlo lo oyen también quienes están alrededor. Dicen que el eructo o las flatulencias cumplen su función, pero el caso es que nos dejan la tripa nuevamente vacía.

Ni porque agarrábamos un chingo de aire se llenaban. Ese si había harto, a veces, hasta venía sabroso, traía los olores de otras cocinas. Finalmente, un día llegaron de la Presidencia municipal buscando a mi madre. Regresaba mi padre. Llegaría al día siguiente. Le dijeron que el ataúd, lo pagó el Consulado y que la Presidencia costearía el entierro. Nomás pa’ suspirar mejor, nomás pa´ eso es que agarramos más aire.

 

Andrea Saldaña Rivera

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