Las locuras de los curas.Tristeza y alegría… viajando en el tren.

Por Andrea Saldaña Rivera

 

Andrea Saldaña Rivera

Tristeza y alegría…viajando en el tren.

Tristeza y alegría… viajando en el tren. Para una despedida, una que sea frugal, sin protocolo, mientras el llanto resbala silencioso, hay que dar el adiós de una forma callada. Con forma de mujer y la tristeza oculta, afónica del alma. El cura de mi pueblo repartía bendiciones en la estación del tren. Mujeres y algunos cuantos hombres, agradecían los años de apoyos y servicios.

La iglesia seguiría, llegaría su reemplazo, confirmó varias veces esperando traer con esa información, consuelo para todos. Ya no sería lo mismo, repetían afligidos. El cura estaba triste y muy adolorido. A lo lejos, se escuchó al conductor, llegó clara la alerta y la señal de siempre, acostumbrada entonces: Vaaaámonooos, repitió varias veces ante tal multitud.

Tristeza y alegría… viajando en el tren.

El cura subió al tren, no tenía otro remedio. El pañuelo de nuevo enjugaba su llanto, agitando su mano les bendijo, en un gesto fraterno. El tren, fue dejando a lo lejos aquella muchedumbre. Esperó unos minutos. El horizonte huía, ya borroso… a lo lejos. Se encaminó a su asiento y subió su maleta.

Saludó con ternura. La mujer a su lado se recargó en su pecho. Un brillo de alegría apareció en sus ojos, sus labios ya rozaban suavemente su rostro. Ella tomó sus manos y las posó en su vientre, donde una nueva vida alegraba su día, tan lleno de esperanza. https://actualidad.rt.com/sociedad/view/129333-papa-francisco-curas-matrimonios

Tristeza y alegría… viajando en el tren.

sacerdote despidiéndose en la estación del FFCC

Como si se mirasen al frente en un espejo, él dijo para ambos sin retirar sus manos: “que locura, que divina locura. Dale voz al silencio de nuestro amor callado. No hubiera sido honesto seguir como si nada. No hubiera sido digno dedicarles la vida y romperme a pedazos y dejarlos a ustedes con tan solo migajas. La suma de los días, la inquietud de las noches, serán tan solo nuestras. Tú, dime si hay algo más…que de mí necesites. Dime, si yo preciso, defenderme de ser, tan solo lo que soy para vivir contigo”. Ella miró sus ojos muy cerca de los suyos, se acurrucó de nuevo para decir muy quedo “te acepto como eres para toda la vida”.

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