Mi prosa y su extravío.
Andrea Saldaña Rivera.
Déjame amarte así, con la certeza ya eclipsada que va rumbo al destierro. Con la bendita lluvia que parece seguirte. Ha llegado el hartazgo de mi voz que ahora clama, para venir a ti, sin la afonía marcada de tu ausencia. Fuera de toda duda, he añorado el vacío que nos cobija, ya desde la morriña.
Y sin embargo, en la existencia ya forzada de nuestra soledad, se oculta aquella ofensa. Hoy colmada de besos. Aguarda omisa en las espinas, que separan la piel de su abandono.
El corazón en plena huida, ha volcado sin ver. Quizá como al descuido, algo como un tormento o aflicción. Pudiéramos decir que es un fragmento, un vestigio tan solo de un alma acongojada.
Relegando del iris la mirada. Imitando quizá algún retroceso, no como la estrategia que en el puerto de tus labios, ha zanjado sin pena los añejos rencores del pasado.
Tampoco es un repliegue táctico en busca de una isla. Quizá tan solo es alguna desbandada de aquello ya sin nombre. Tu siempre has anhelado, el retorno distante, aunque a veces esquivo. Sabes, conserva este dolor, justo frente al placer… mientras se desvanece el abandono.