Antes del año 1955, en este día, en mi casa se tapaban los espejos y los santos. Pero a las 12 de medio día, sonaban las campanas de las Iglesias y mi Tía Tila destapaba espejos y santos y gritaba ¡Ya se abrió la Gloria! ¡Ya se abrió la Gloria!
Luego, hacía algunas bromas como jalarnos hacia arriba tomándonos de los brazos «para que crezcas y no te quedes chaparra«, me decía, no fue muy eficaz la maniobra, alta, no soy.
Esto cambió por un Decreto del Papa Pio XII. Me gusta recordar el significado del Sábado de Gloria, como me lo enseñaron en la infancia: a partir de las 12 hs de medio día. También me gusta releer y escuchar en este día un poema musicalizado que tiene algo sobre este sentimiento.
El poema se encuentra en una de mis publicaciones, en «El erotismo y sus juegos», es uno de los cuatro sonetos que agrupé con el título de «Sonetos Obsoletos». Se los comparto por escrito y en la liga para que lo escuchen.
No me gusta llorar, llanto furtivo
porque me deja el alma enarenada,
del viento del ayer, piedra gastada
es acaso el dolor que aún percibo.
Anochecida espera que se ufana
de mantenerme en sueños sumergida;
algaba que del verde es perseguida
temprano, cuando empieza la mañana.
Y cuando la nostalgia está en mi mente
el signo de la cruz, llega, trasciende
apaga su dolor de clavo ardiente
al encender la sed, serenamente;
es que mirar el polvo renacido
reconcilia en verdad, con lo vivido.