La prueba.

Por Andrea Saldaña Rivera
De Calacas literarias

Andrea Saldaña Rivera.

La prueba. Las copas volvieron a llenarse con el transparente líquido. Afuera caía la noche como una masa informe y pegajosa. El humo se acumulaba cada vez más difuminando los rostros. Las palabras parecían flotar, atropellándose. Más tarde el grupo guardó unos instantes de silencio, uno de ellos comentó: veamos que tal lo haces. Virgilio te llevará, si pasas la prueba podrás trabajar con nosotros. Salieron, el viento lo golpeó haciéndolo trastabillar. Aseguró sentirse bien. Las luces de Neón le sorprendieron al percatarse de la oscuridad que les rodeaba. Solo caminaron unas calles, Virgilio le indicó: «aquí es, si quieres te ayudo«. «No gracias, cuando estudiante lo hice varias veces«, contestó.

Siguieron por pasillos repletos de sombras hasta una puerta de cristal. Virgilio se hizo a un lado y él procedió a forzar la cerradura. Una ventana al exterior permitía el paso de la luz. Sus pupilas resbalaron en la penumbra hasta el centro de la habitación. Ahí estaban los cuerpos, algunos mostraban grandes heridas, alineados en la aséptica blancura del mármol, apenas cubiertos por una sábana parecían dormir profundamente, despertando su imaginación. Encontraba en ellos diversos matices de abandono y diferentes silencios en rostros semejantes. La experiencia no era lo que esperaba.

La prueba*

 

Sus manos estaban húmedas y un leve hormigueo parecía brotar, ascendiendo hasta dificultarle la respiración. Parpadeó varias veces en un intento por recobrar el dominio de si mismo y demostrar mayor seguridad. Tomó por fin aquél brillo metálico. Lo introdujo con certera precisión, iniciando su labor. Virgilio se despojó de chamarra y de ese chaleco especial. Empezó a desprender las bolsas perfectamente sujetadas en el interior de ambas prendas. Cuidadosamente las acercaba, las colocaba en su mano una a una, agregó a manera de advertencia: «abusado, no las vayas a rasgar y procura que los cuerpos queden casi como estaban, mañana vendrán por ellos«.

El contestó apenas en un susurro «no te preocupes«. El vidrio de la ventana, frente a él, le devolvió una imagen matizada de un profundo abandono. El silencio que reflejaba se parecía tanto al de esos rostros, alineados en la aséptica blancura del mármol. https://actualidad.rt.com/actualidad/239629-trabajadores-morgue-cortar-cadaver-robar-drogas

 

  •  Fuente: Revista Solidaria. IMSS. Concurso Literario de Cuento. 27 noviembre de 1990. Mención Honorífica.

 

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